Queridos Amigos. ¿Cómo están? ¿Cómo se encuentran? Cuarenta días después de la Fiesta de Pascua, la Iglesia celebra la Ascensión del Señor. Principal y fundamentalmente se nos quiere decir que finalizaron las apariciones de Jesús Resucitado.
Queridos Amigos. ¿Cómo están? ¿Cómo se encuentran? Cuarenta días después de la Fiesta de Pascua, la Iglesia celebra la Ascensión del Señor. Principal y fundamentalmente se nos quiere decir que finalizaron las apariciones de Jesús Resucitado.
Jesús vuelve al Padre, según el Plan de Dios, pero la misión inaugurada por Él debe continuar tal como lo dice San Lucas en la primera lectura de hoy: "A la vista de ellos, Jesús fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijamente al cielo hacia donde iba Jesús, de repente tuvieron a su lado dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: Hombres de Galilea… ¿Qué hacen ahí mirando al cielo? Este que ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá como lo han visto subir al cielo (…)" . Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
En este texto breve encontramos varios mensajes importantes para nosotros. En primer lugar, se nos dice que los cristianos debemos "mirar al cielo", para estar conectados con Dios; debemos "mirar al cielo" para empaparnos de la propuesta de Jesús, para conocer su doctrina y su estilo de vida; necesitamos "mirar al cielo" para poder contemplar el mundo con los ojos de Dios. En segundo lugar, el evangelista San Lucas nos exhorta a no quedarnos plantados, quietos pasivos, "mirando solo al cielo", viviendo una espiritualidad desencarnada, descuidando la tarea propia como cristianos y ciudadanos.
Es muy peligroso quedarse paralizado, esperando que Dios haga las cosas que nosotros debemos hacer. Es arriesgado quedarse adormecidos, anestesiados, cuando millones de nuestros hermanos viven momentos dramáticos, pidiendo a gritos nuestra ayuda. O somos cristianos, seguidores de Jesús en este mundo, o no lo somos. No hay otra realidad. Por eso mismo el obispo y poeta español Pedro Casaldáliga, se preguntaba: "Por dónde iréis hasta al cielo, si por la tierra no vais. Para que vais al Carmelo si subís y no bajáis". Para ir al cielo no tenemos otro camino que este mundo. Aquí y ahora nos ganamos la eternidad.
Mis queridos amigos, hoy nosotros no podemos ser cristianos cómodos, pasivos, tibios. Tenemos que ser inquietos y vivir apasionados por el Reino de Dios. Está bien que seamos contemplativos y rezadores -decía el padre Guillermo Brabander, gran misionero verbita de origen holandés, que dejó huellas profundas con su caminar en Argentina-, pero sobre todo estamos llamados a ser sembradores responsables de la Palabra de Dios, con una presencia significativa.
En tercer lugar, la Fiesta de la Ascensión nos recuerda contundentemente que nuestro destino definitivo no está en este mundo, nuestra meta es gozar de la presencia de Dios. Lo que pasó con Jesús, un día también sucederá con nosotros. Todos nacemos y todos vamos a morir. ¿Cuándo? Nadie lo sabe, pero lo más seguro en este mundo de tantas inseguridades es que vamos a partir. Las preguntas que surgen entonces son: ¿Cómo vivir? ¿Cómo amar? ¿Cómo servir?
Hay un poema que me gusta mucho y a la vez orienta mi vida. Se titula "En vida hermano, en vida" y dice así:
Si quieres hacer feliz
a alguien que quieras mucho,
díselo hoy, sé muy bueno:
en vida, hermano, en vida.//
Si deseas dar una flor,
no esperes a que se mueran.
Mándalas hoy con amor…
En vida, hermano, en vida.//
Si deseas decir te quiero
a la gente de tu casa,
al amigo cerca o lejos:
en vida hermano, en vida.//
No esperes a que se muera
la gente para quererla
y hacerle sentir tu afecto:
en vida, hermano, en vida.//
No visites panteones,
ni llenes tumbas de flores.
Llena de amor corazones:
en vida, hermano, en vida.
Pensemos por unos minutos preguntándonos: ¿La fragilidad de nuestra existencia, la conciencia de que somos simples "peregrinos" en este mundo, que consciente e inconscientemente nos encamina al encuentro definitivo con Dios, nos motiva para ser cada día mejores personas, la mejor versión de uno mimo? ¿Nos motiva a amar a los demás, a jugarnos por otras personas que son nuestros hermanos? Y si no… ¿para qué estamos en este mundo, para qué vivimos?
Que Dios nos bendiga
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